domingo, 30 de septiembre de 2012

José Garriga, Antropólogo: “La pobreza explica la violencia en el fútbol”


Por Rodolfo Gonzales Arzac

José Garriga Zucal, doctor en antropología y autor de “Haciendo amigos a las piñas”,  está convencido de que el poder político ignora la racionalidad que se esconde detrás de la cultura del aguante de las hinchadas. Dejamos una entrevista realizada a dicho personaje con el fin de entender un poco mas a fondo la problemática violenta de las barras en Argentina.

José Garriga Zucal tiene 33 años. Y pasó buena parte de los últimos diez en un paraavalanchas. Tomó cerveza, paró en las plazas y viajó por el país con los miembros de las hinchadas de Colegiales y Huracán. Garriga Zucal esquivó golpes y balas. Y, sobre todo, escuchó. Garriga Zucal es licenciado, magíster y doctor en antropología, y también investigador del Conicet. Todo ese tiempo en el campo de batalla le sirvió para elaborar distintos trabajos sobre la violencia y las redes sociales de una hinchada de fútbol, para convencerse de que el fútbol debería volver a ser una fiesta y para aprender cuáles son las piezas medulares del asunto.

–¿En qué cree que se equivocan las autoridades cuando abordan la violencia en las hinchadas de fútbol?

En muchísimas cosas. Pero principalmente en que no comprenden la racionalidad del fenómeno. Piensan que es una cuestión de locura, sinsentido, sinrazón, entonces lo tratan como eso. Si entendieran que el fenómeno violento tiene raíces culturales, que es un fenómeno social vinculado con la cultura del aguante, se puede trabajar desde esa óptica. Las autoridades lo que piensan es: “Éstos son todos locos”. No son locos. Los tipos tienen una racionalidad absoluta de todo lo que tiene que ver con el combate, el enfrentamiento y la lucha. Tiene una lógica clarísima para ellos. Una lógica que a nosotros nos resulta completamente ilógica. Pelearse es una forma de ganar prestigio, reputación, una forma de formar parte de una red de relaciones sociales. Es común pensar que la violencia excluye del mapa social. Bueno, en este caso incluye.

–¿Por qué piensa que es posible ordenar o arreglar el problema?

–Porque es un fenómeno social que se fue construyendo. El fútbol no tenía estas particularidades tan violentas y vinculadas con la cultura del aguante, se fue construyendo. Y se puede deconstruir. Es dificilísimo. Pero se puede.

–¿Y por qué razones piensa que el problema tal vez no tenga solución? 

–Porque la construcción que permite la violencia en el fútbol y la cultura del aguante está sumamente solidificada. Y tiene que ver con la interrelación de un montón de actores: los dirigentes, la policía, el resto de los espectadores, los periodistas, los jugadores; todos construyeron un espacio donde la cultura del aguante es legítima, donde un montón de gente vive de eso. Hay que trabajar en un montón de áreas al mismo tiempo y eso es complicado.

–¿Y por qué cree que surgió esta cultura del aguante en las hinchadas?

–La cultura del aguante emerge ahora porque aumenta la pobreza, aumenta la desigualdad y aumenta la desocupación. Los grandes valores de la sociedad están en crisis y la violencia tiene una posibilidad de constituirse como un lugar identitario importante. Cuando el trabajo era un lugar donde uno se construía como sujeto, cuando la familia reproducía una cierta cantidad de valores, cuando el Estado –a través de la escuela, al menos en el imaginario– permitía el ascenso social, esta idea de que a través del aguante uno puede ser alguien era más difícil de construir.

–En su libro, describe una evolución de la cultura del aguante. Habla de la vieja escuela y de la nueva escuela.

–Hay un cambio en lo que está permitido en la moral de la hinchada. Hace diez o quince años dispararle a un rival era un acto casi de cobardía. Y las hinchadas cantaban: “Tiraste tiros, sos un cagón”. Hoy las hinchadas cantan: “Los tiros que vos tiraste van a volver”. La violencia antes estaba más vinculada con un tipo de masculinidad respecto de quién es más macho, ahora está más vinculada con la resistencia. Hoy el más macho es el que resiste un tiro, o el que no teme que le disparen. Antes, los fierros sólo se usaban para cuidar las banderas. Hoy, en un enfrentamiento de hinchadas, lo primero que hacen es disparar.

–¿La clave del fenómeno es el acceso al poder?

–Para entender por qué alguien quiere ser miembro de una hinchada hay que pensarlo en dos dimensiones: una que tiene que ver lo instrumental, otra con lo moral. Desde lo instrumental, ser miembro de una hinchada es poder acceder a ciertos recursos: consiguen trabajo, auxilios varios. En un mundo de inestabilidad, ser parte de la hinchada da cierta estabilidad. Pero también hay una cuestión moral: para muchos jóvenes ser miembro de la hinchada es volverse una persona prestigiosa. La violencia genera un nivel de fascinación.

Ahora, después de tantos años, José Garriga cambió de oficina. Ya no mira a las hinchadas desde sus entrañas. Ahora investiga la violencia policial. Y se lo ve seguido por una comisaría bonaerense, tomando notas y mates, sumergido en otro mundo áspero de códigos bravos.

–¿Si los policías hablan de las hinchadas? No. Para los policías, las barras bravas no son un tema muy importante. No hablan de eso. El único comentario es que la pasan muy mal. Hablan, por ejemplo, sobre cómo los escupieron durante un montón de horas. Sólo de esas cosas.
“Haciendo amigos a las piñas”, pero con acento académico


Haciendo amigos a las piñas es la tesis de maestría de José Garriga Zucal en el Instituto de Altos Estudios Sociales de la Universidad Nacional de General San Martín. Fue publicada por Prometeo Libros tras ganar un concurso de investigaciones. Le llevó años y años de ir los miércoles a la sede social de Huracán. Años de hablar en las esquinas del barrio con los miembros de la barra brava del Globo, de viajar a donde sea para acompañar a la hinchada, de observar el tejido social que se construía alrededor del grupo.

El libro, que respeta los estándares de la investigación académica y social, se lee, sin embargo, de un tirón. Luego es difícil olvidar a Coco, a Rambo, a Lito, a Perro, a Pedro y a tantos más que se quedan dando vueltas en la cabeza del lector: humanizados, gallardos, terribles y violentos; negociando con las autoridades, con la dirigencia, intercambiando favores, planificando las venganzas y las demostraciones de valentía, dando la vida por el compañero, poniéndole el cuerpo a un mundo feroz.

La reflexión a la que llega Garriga Zucal se inscribe en los estudios sobre la cultura del aguante en las hinchadas de fútbol, como un complejo tejido de moralidad. Una idea sobre la que profundizó con el equipo de investigadores del Instituto Gino Germani que encabeza Pablo Alabarces.

El trabajo, al fin, lo marcó a fuego. Para Garriga Zucal la violencia ya no es lo que era, y nunca más lo será. Garriga Zucal consiguió por su investigación un lugar en el Conicet. Y también se ganó unos cuantos problemas familiares. Porque cuando llegó a Parque Patricios, la primera vez, Garriga Zucal era bien hincha de River Plate. Y ahora todos saben que un globito se le metió en el cuerpo. Y parece que ya no se va a salir de ahí.

Fuentes: http://www.futbolrebelde.org/ - http://hinchasantifascistas.blogspot.com/

martes, 11 de septiembre de 2012

39 años después: Un análisis sobre el fútbol como temática de estudio en las Ciencias Sociales


El golpe de estado y posterior Dictadura que afectó a Chile durante 17 años marcó profundamente a nuestra pasión, el fútbol.

Pocas investigaciones abordan directamente lo sucedido durante esa época con el balompie, pero son muchos quienes comentan sobre supuestos sucedidos en el periodo sin más fundamento que el comentario.

Textos como Goles y Autogoles de Daniel Matamala, “Crónica de un encuentro: Fútbol y Cultura Popular” del gran Eduardo Santa Cruz o A Discreción de Carlos González L. y Braian Quezada, nos han acercado de mejor manera a lo sucedido en el periodo y como, durante la Dictadura, el fútbol fue considerado más que los 22 imbéciles corriendo tras una esfera.

Siempre es bueno observar desde diversos focos la realidad de un periodo, y particularmente uno como este.

El desarrollo de la identidad nacional en Chile fue tarea de los historiadores, así como en México de los antropólogos. Pero en el caso del fútbol, el desarrollo de su historia en el país, como temática de estudio, ha sido abordado principalmente por el periodismo (Con Edgardo Marín como estandarte), síntoma inequívoco de la valoración académica que posee este deporte.

La realidad nos indica que, si bien el periodo ha sido abordado ampliamente desde las disciplinas sociales en diversos ámbitos, el del fútbol destaca por su casi nulo desarrollo. Desde las escuelas de pensamiento y los círculos académicos, el balompie siempre ha sido observado con recelo, desechado e invalidado sistemáticamente -Al parecer muchos de estos intelectuales fueron “lerdos” con los pies cuando pequeños y sufrieron de la burla constante de sus amigos, situación que les infundó un odio enconado con la pelota-,

Discutir la validez del fútbol como elemento de análisis sociológico, Histórico, pedagógico, económico, cultural y hasta político parece a esta altura del partido, una pérdida de tiempo.

Elemento fundante de la identidad sudamericana durante el siglo XX, cultural y socialmente transversal. El fútbol ha sido piedra en el zapato, herramienta efectiva para el control de masas, catapulta de campañas políticas, instrumento de imagen para regímenes autoritarios y hasta política de estado. Pero también el fútbol  ha servido a la gente para demostrar su alegría, descontento y diversos sentimientos. Como ‘Hecho social total’ el fútbol es abordado analíticamente, identificando cada uno de sus componentes (Espectáculo, Actividad física, social, económica, etc.) y se caracteriza por brindar, en cada una de sus aristas, realidades eminentemente empíricas.

La trivialización del fútbol desde el mundo académico ha creado un prejuicio difícil de sobrellevar para quienes deciden abordarlo desde la academia. Siempre está el “que dirán” y el desprecio desde la intelectualidad para con el fútbol como temática valida de investigación. Este complejo ya inserto en el ADN del espacio académico, se contrapone al cómo se valoran temáticas que a la luz de la realidad social, son mucho menos reales y trasnversales, principalmente las expresiones que son catalogadas dentro de la alta cultura, como el teatro, la música docta y la pintura por ejemplo (No la pintura popular ni el arte callejero, los cuales tampoco constituyen temáticas valoradas).

Como elemento de ascenso social vertiginoso, constantemente gran parte de la sociedad critica, descalifica e invalida a quienes, tocados por la varita del talento, han sobrellevado desde la nobel niñez el peso de ser futbolista. La valoración social que se le da a quienes ejercen de manera profesional el deporte contrasta claramente con la admiración y envidia que provocan en la gran mayoría.

En un mundo actual, marcado por la individualidad, el consumo y la ostentación (herederos directos de lo sucedido 39 años atrás) el futbolista se eleva como estandarte del modelo. Si no eres bueno con la pelota, estás obligado a estudiar y trabajar. Pero Quién repara en la felicidad que se siente al entrar al gramado y hacer lo que amas? Nadie se detiene algún momento a pensar que ellos hacen lo que siempre han querido, y en realidad todos hemos querido, simplemente jugar al fútbol.

Para quienes no tenemos el don y las articulaciones se mueven más lento que lo necesario, está la galería. Elemento fundante de la identidad latinoamericana en conjunto con el potrero (Cancha pública, calle, pasaje, plaza, parque, campo o sitio baldío, todos al final son potreros) la galería, la popular, es el espacio donde se conjugan elementos propios de diversas identidades, las cuales producen a su vez 3 identidades generales; El Barra, el hincha y el espectador.

La validez que el balompie posee y sus ricas y diversas características, lo hacen una temática digna de ser abordada, pero a su vez reflejan el pobre nivel de realidad que afecta a la academia, lo cual se traduce en una cada vez más constante desvaloración por parte de la sociedad civil. Lo bueno de esto es que en la actualidad se han abierto cada vez mayores espacios para el desarrollo intelectual para con el fútbol y textos, como los nombrados arriba, son fiel reflejo de ello.

La tarea para los nuevos humanistas es diversificar la temática, ampliar el foco y abrazar, sin prejuicios ni tapujos al fútbol como elemento de análisis válido e importante de abordar. Tanto por sus diversas aristas como también por su cercanía con la realidad.

Quién de ustedes, aunque sea una vez en la vida no ha pateado un balón, puteado a un infractor o aplaudido al talentoso?

Fuente: http://futbolismos.blogspot.com/
También en: www.futbolrebelde.org

11 de Septiembre... Para no Olvidar!!


Hace unas semanas la FIFA negó la solicitud de la Federación de Fútbol de Chile de cambiar la fecha del partido ante Colombia, previsto para este martes 11 de septiembre, por las eliminatorias al Mundial. En la fecha se conmemora en el país austral el aniversario del golpe militar de Augusto Pinochet contra el gobierno de Salvador Allende, y suele haber fuertes protestas.

La FIFA desestimó la solicitud argumentando mantener la “equidad deportiva” y la imposibilidad de afectar el calendario internacional previamente estipulado. La máxima autoridad del deporte más popular del mundo ignoró las implicaciones de la fecha, como también lo hizo en ese 1973 que se recuerda.

Para Chile, el 11 de septiembre es más que una simple fecha en el calendario. Ese día se le causaron a la nación austral muchas heridas aún sin cicatrizar. En 1973 se produjo el sangriento golpe de Estado que acabó con la primera experiencia de un gobierno socialista instaurado por victoria electoral, el de la Unidad Popular de Allende. Y abrió paso al régimen militar de Pinochet, que dejó miles de ejecutados, desaparecidos y exiliados, así como también hizo de Chile un modelo de Estado neoliberal y autoritario que luego se reprodujo en otros países de la región.

Pero el 11 de septiembre de 1973 no sólo cambió de tajo la política chilena. También se afectó el calendario futbolístico internacional. Chile debía jugar el "repechaje" al Mundial de Alemania ’74, nada menos que ante la Unión Soviética.

El partido de ida se jugó el 26 de septiembre, a sólo dos semanas del golpe en Chile, en el Estadio Lenin de Moscú, donde se decretó un frío cero a cero. Todo se debía definir en la revancha, programada en Santiago el 21 de noviembre.

Pero en Santiago, en los días posteriores al golpe, el Estadio Nacional se empezó a usar como campo de concentración a donde eran llevados por los militares cientos de detenidos. Además, la Unión Soviética rompió relaciones diplomáticas con Chile, tras conocer el desarrollo de los acontecimientos en aquel septiembre.

Según registró el periodista Pablo Aro Geraldes en un reportaje sobre el episodio, una comisión de la FIFA, acompañada de directivos de la Federación de Fútbol de Chile, visitó el escenario, recorrió la cancha y dictaminó que el estadio era apto para jugar. La comitiva estuvo integrada por el brasileño Abilio D’Almeida, vicepresidente, y el suizo Helmuth Kaeser, secretario general. Arribó a Chile el 24 de octubre y se quedó 48 horas en Santiago.

Pese al visto bueno de la FIFA, los soviéticos se negaron a viajar a Santiago, en repudio a la dictadura. "Hablamos con el plantel y decidimos no jugar la revancha. No quisimos hacerlo porque estaba Pinochet en el gobierno. Para nosotros era peligroso viajar a Chile y le llevamos nuestra preocupación a la federación de fútbol", dijo el jugador Oleg Blokhin, estrella del fútbol soviético condecorado con el balón de oro en 1975.

Algunos críticos señalaron que la Unión Soviética no tenía nada que reprochar porque en su territorio también había campos de concentración, conocidos como "Gulag", como denunció el escritor Aleksandr Solzhenitsyn, premio Nobel de literatura en 1970.

La URSS pidió jugar el encuentro fuera de territorio chileno, solicitud negada de tajo. Así que decidieron abstenerse de jugar. La Federación de Fútbol de la Unión Soviética emitió un comunicado donde explicaban que no jugarían allí donde miles detenidos de la dictadura habían sido torturados y asesinados.

"Los deportistas soviéticos no pueden en este momento jugar en el estadio de Santiago, salpicado con la sangre de los patriotas chilenos", dijo el documento. "La Unión Soviética hace una resuelta protesta y declara que en las actuales condiciones, cuando la FIFA, obrando contra los dictados del sentido común, permite que los reaccionarios chilenos le lleven de la mano, tiene que negarse a participar en el partido de eliminación en suelo chileno y responsabiliza a la administración de la FIFA por el hecho", agregó el comunicado, difundido por la agencia UPI.

Ante la situación, y en una de las decisiones más vergonzosas de la historia del fútbol, se programó el partido sin el rival. Los chilenos salieron a la cancha y anotaron un gol ante un arco vacío. Y la FIFA aprobó en definitiva la participación chilena en el Mundial, donde a la postre no ganó ningún partido.

Cuatro décadas después, los dirigentes del fútbol mundial se empeñaron en programar un partido el 11 de septiembre, a pesar del trasfondo de la fecha. La federación chilena mantuvo a Santiago como sede, aunque por lo menos cambió el escenario: se jugará en el Estado Monumental de Colo-Colo. Y su rival ya no será la Unión Soviética, sino Colombia, tal vez su mejor aliado de la región y que por su afinidad política no pondría ningún inconveniente.

http://prensarural.org



Acompañamos al Colectivo Fútbol Rebelde y a todos los hermanos Chilenos en esta fecha...  y recordamos las palabras de Allende:  "El pueblo debe defenderse, pero no sacrificarse. El pueblo no debe dejarse arrasar ni acribillar, pero tampoco puede humillarse".